Melody by V. C. Andrews

Melody by V. C. Andrews

autor:V. C. Andrews [Andrews, V. C.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1996-09-15T00:00:00+00:00


DICE QUE SOY GUAPA

Cary caminó junto a mí sin decir nada. Dos golondrinas volaron sobre nosotros; sus graznidos me parecieron sollozos. Quizá porque interiormente yo estaba sollozando. En poco tiempo, el mundo se me había puesto patas arriba. Ahora el cielo azul me parecía gris y el mar, helado.

—Melody, estoy convencido de que mis padres no eran conscientes de que tú no sabías nada acerca de Haille. O por lo menos yo nunca he oído hablar de este tema a mi padre. Me gustaría que no dijeras que te lo he dicho yo.

Me volví con tal ímpetu que por un momento pensé que iba a darle una bofetada.

—Puedo mentir y decirles que me lo contó mamá, o alguien de la escuela. ¿O quizá que he llegado a esta conclusión por mí misma? Al fin y al cabo, aquí todos cultivan las mentiras como si fueran arándanos. Puedo escoger la que me parezca, ¿no?

Él asintió con la cabeza.

—Sé cómo te debes sentir.

—¿Lo sabes? —espeté, sintiendo el sofoco en la cara.

—Sí —respondió con firmeza. Endureció la expresión de sus ojos verdes, pero parecía sincero—. Sí, Melody. Me sorprendió que no supieras la verdad sobre tus padres. Había pensado decírtela antes porque estaba harto de que no pararas de quejarte de cómo mi padre trataba a los tuyos, pero…

—¿Pero qué, Cary Logan?

Apartó la mirada, tomó aire, y se volvió hacia mí.

—No quería que fuera de este modo espetó.

—¿Y a que se debe eso? indagué, llevándome las manos a la boca. De reojo, me di cuenta de que May, confusa, nos observaba. ¿Eh? —insistí.

—No quería que me odiaras —reconoció.

El corazón aún me latía a mil por hora, pero ya no tenía la espalda tan rígida. Me relajé y contemplé el mar.

—No te entiendo —murmuré.

—Ahora no me acuerdo de cómo era exactamente la historia que nos explicó el profesor, pero sé que trataba de que siempre odiamos al mensajero que trae malas noticias. Por eso a nadie le gusta llevarlas.

—No te odio por haberme dicho la verdad —lo tranquilicé—. Pero estoy enfadada, sobre todo con mi madre. Tendría que habérmelo dicho antes de traerme aquí y dejarme con una familia que detesta mi presencia.

—Nadie detesta tu presencia. Tú no tienes ninguna culpa. Pero creo que tus padres tendrían que habértelo dicho —dijo, asintiendo con la cabeza—. Tenías derecho a saber la verdad. Supongo que mi padre dio en el clavo: se sentían avergonzados. Por eso huyeron de aquí después de casarse en secreto y se fueron a vivir a Virginia Occidental.

—Pero… no acabo de comprenderlo. —Agité la cabeza—. ¿Por qué adoptaron los abuelos a mi madre si la consideraban inferior? Y aunque mis padres crecieran como hermanos, al fin y al cabo no lo eran. ¿Por qué fue tan horrible, tanto como para que renegaran de mi padre y lo odiaran hasta el punto de no soltar ni una lágrima por su muerte?

—Oye, yo no conozco los detalles. Como ya te he dicho, a nadie le gusta hablar de esto. Quizá ahora tu madre te lo explique todo —concluyó—.



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